miércoles, abril 20, 2011

Habilidades directivas en la Administración Pública. Un valor en alza.

Habilidades directivas en la Administración Pública.
Un valor en alza.

(Artículo que publiqué en la revista calidad N.III año 2010 de la Asociación espalñola para la calidad)

Al reflexionar sobre las habilidades directivas mi primer impulso fue describir como, en mi modesta opinión, debía ser un directivo y como debía comportarse, sin embargo, preferí que la introducción a este artículo se realizara incorporando algunas de las acepciones reflejadas en el diccionario: capacidad, competencia, aptitud, destreza, pericia, experiencia, gracia, ingenio, soltura, práctica, cualidad, mano, maña, sagacidad, astucia, diplomacia, tiento, tacto, delicadeza. No son las únicas virtudes que deben acompañar a aquel que tiene la misión de dirigir equipos de trabajo pero sí que ayudaran a encuadrar los párrafos que siguen a esta introducción.

Inmediatamente me surgieron una serie de cuestiones que trataré de comentar a lo largo de esta reflexión: ¿Se requieren las mismas habilidades en el sector público que en el privado?, ¿Se pueden gestionar de la misma forma los equipos?, ¿Se dispone de las mismas herramientas? ¿Se tiene la misma capacidad de acción?
No es un tópico señalar que en la Administración Pública muchas de sus características son exclusivas y diferentes del entorno empresarial y social con el que convive y al que presta sus servicios. Y no lo es tampoco señalar que la interrelación que existe entre sus directivos y el resto de empleados públicos difiere respecto del sector privado.

Si hacemos un paralelismo con el mundo empresarial, los cargos electos en la Administración tienen roles semejantes a los miembros del consejo de administración de una empresa; y los directivos, en una y otra, son los responsables de liderar y mantener una relación directa con los trabajadores, cuya misión consiste en conseguir alcanzar los objetivos estratégicos planificados, con el mayor grado de eficiencia y eficacia posible.

¿Quiere esto decir que los directivos que trabajan en el mundo privado tienen otras habilidades diferentes a los que trabajan en el sector público? Es evidente que no, lo que son diferentes son las estrategias que deben ponerse en práctica.

En la Administración Pública se precisan directivos que ejerzan un liderazgo real y que consigan disponer de equipos comprometidos con su trabajo. Liderazgo y compromiso se muestran como factores que deben mantenerse en una tensión directa y constante de cuyo equilibrio dependen los buenos resultados en la gestión, y la satisfacción de todo el equipo.

Existe una relación directa entre el tipo de liderazgo que se ejerce y el comportamiento de los equipos de trabajo. La habilidad reside en adecuar la manera de actuar no sólo con cada grupo, sino con cada uno de los miembros.

No hay un modelo único para gestionar con las personas, y empleo conscientemente el concepto de “gestionar con las personas” en lugar del tan ya utilizado “gestionar a las personas”, porque esta última expresión, considero que conlleva implícito un cierto grado de manipulación, aspecto intolerable en cualquier relación humana y que por supuesto no tiene la más mínima cabida en una gestión de equipos responsable.

Si en cualquier entorno son importantes ciertas actitudes del líder, en la Administración Pública se perciben como imprescindibles porque en ella las relaciones laborales, definidas en el Estatuto Básico del Empleado Público y con condiciones diferentes del sector privado, tienen unas características específicas que influyen en gran medida en las relaciones interpersonales.

Honestidad, transparencia, compromiso, capacidad de negociación, lealtad…, son algunas de las habilidades claves, además de las ya mencionadas al principio, que favorecen el correcto desarrollo de los equipos de trabajo.
Un marco claro, con sus posibilidades y sus límites bien definidos, permite no generar expectativas equivocadas o inalcanzables. El directivo que gestiona el equipo debe plantear las necesidades sin engaños, sin crear falsas expectativas, sin prometer aquello que no va a poder cumplir o cuyo cumplimiento no depende directamente de él. Todo miembro del equipo tiene que saber con claridad lo que se espera de él y del equipo, cuales son los objetivos a alcanzar y en qué plazo, así como los beneficios que se derivaran del trabajo, a nivel individual, para el equipo y para el resto de la organización.

Las aportaciones deben fluir en igualdad de condiciones, mediante un debate abierto. El líder actuará como catalizador de dichas aportaciones, estructurando el trabajo del equipo y dirigiendo con suaves pero efectivos movimientos de batuta la melodía que conducirá a la consecución de la sinfonía.

Son importantes todas y cada una de las aportaciones que emanan de forma individual o colectiva y es preciso que impere el respeto a todas ellas. No existe ninguna aportación que en una medida u otra no aporte algún valor, un prisma diferente desde el que analizar una situación o un aspecto de la misma. El ambiente del grupo debe permitir que se expresen las ideas y opiniones con libertad, sin miedo a la crítica o al rechazo.

Dirigir consiste en gestionar correctamente la incertidumbre, ayudar a profesionalizar la Organización, fomentar la motivación, combatir la frustración... Se trata de concentrar todos los esfuerzos y capacidades del equipo para conseguir el objetivo que haya sido definido, explicado con claridad y aceptado con anterioridad por todos.

El papel que juega cada miembro del equipo debe ser respaldado por quien ejerce el liderazgo, que a su vez debe procurar una estructura adecuada de trabajo y un trato ecuánime con las aportaciones que recibe de cada uno de los miembros. La motivación individual y colectiva depende en gran medida de la honesta actitud del dirigente: Los fracasos deben ser asumidos como propios y los éxitos atribuirlos a la labor de todo el equipo.

Mucho se ha escrito sobre los estilos y habilidades directivas, y mucho se seguirá escribiendo. Estas líneas sólo pretenden ser una reflexión que aporta una visión personal sobre los empleados públicos que tienen la misión de conducir equipos de trabajo y de reflejar algunas de las características-conductas necesarias en el ámbito público.

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